viernes, 27 de febrero de 2009

Final

... talvez por ser sábado ese día había mucha gente, por lo que el poder irme rápidamente fue algo complicado. Cuando creía haber superado el último obstáculo, salía de no se donde otro carrito repleto con la despensa suficiente para esperar el apocalipsis y con la clara misión de no dejarme pasar. 

Faltando quizá dos metros para cruzar la salida, levanté la cara y allí estaba, apareció, la vi, iba llegando.

Abrazarla fue el abrazar la verdad, el triunfo no fue encontrarla a ella únicamente, también lo era el comprobar que hay otra pluma metida en todo esto.

-Qué haces aquí ?

Me preguntó.

- buscándote.

Respondí.

Ella tenía planeado ir a la tienda de enfrente, sin embargo, un policía de transito no le permitió al taxi en el que se trasladaba dar una vuelta en u, por lo que prefirió bajarse antes y entrar a esa.

La acompañé a comprar un liquido para sus lentes de contacto y al llegar con el cajero este dijo lo que todos los cajeros de todos los supermercados dicen, pero que nunca antes había tenido tanto sentido como en es momento y me hizo entender que sólo en ese lugar podría haber pasado lo que pasó, como en un guión perfecto y que obviamente no escribo yo:

-Encontraron lo que buscaban?

Platicamos no más de cinco minutos, nos pusimos de acuerdo para volver a vernos, agendamos día, hora, lugar, lo planeamos todo, lo escribimos con nuestras plumas. Sin embargo, ese día ella nunca llegó, todo se interpuso y dejo de nuevo en claro que las cosas pasan cuando tienen que pasar, que hay historias que nosotros no escribimos, sino una pluma sabia que sabe cuando y sabe donde.
  

miércoles, 18 de febrero de 2009

Segunda parte

...y me puse un ultimátum: Ok, entra, si está, es que todo es cierto, que si hay cosas predestinadas, que lo que hay entre los dos no depende ni de ti ni de ella, pero sino, te olvidas de toda esta bola de estupideces. Y acepté.

Cuando apenas había caminado unos cuantos pasos adentro de la tienda, me cayó el veinte de las mínimas probabilidades que tenía de ganar y pensé en echarme para atrás, la apuesta era demasiado alta, lo que estaba en juego no eran 100 o 200 pesos, era mi forma de ver la vida, sin embargo, decidí  que ya estaba ahí y que había que dejar todo en manos de la otra pluma.

Mientras caminaba volteaba para todos lados, su cara la veía en cualquier cara. De pronto, me pareció verla pasar, era en el departamento de abarrotes, así que fui hacia allá con el corazón apunto de salirme del pecho, con las manos frías, la boca seca, el mundo en pausa. No hizo falta acercarme demasiado para darme cuenta que me había equivocado, la diferencia era como de 10 años e igual número de kilos.

La situación anterior se repitió varias veces, en cada pasillo, en cada departamento, pero seguí buscando. Estando en el área de lácteos pensé en que pasaría si me encontrara con algún conocido, obviamente tendría que inventar un pretexto para justificar mi presencia en esa tienda, ni modo que confesara que estaba buscando a alguien que soñé, pero bueno, podría inventar cualquier cosa.

Y así, anduve por todo el super, cada vez con menos fe, como si la enlataran de a poco, como a los chicharos. No quedaba más que caminar hacia la salida y olvidarme de la tontería más grande que había hecho en toda mi vida, nada era cierto, no hay otra pluma.     

Antes de salir estan las cajas...

viernes, 13 de febrero de 2009

Primera parte.

De un tiempo para acá me he dado cuenta de que en la historia de nuestras vidas hay capítulos que nosotros no escribimos. Momentos de los cuales resulta inútil pretender tomar control de lo que pasa. Las cosas se dan solas, los acontecimientos ocurren de forma perfecta, sin una razón lógica aparente, simplemente suceden.

Tratar de entenderlo es aún mas inútil, porque para hacerlo habría que usar la cabeza, y en estos momentos a los que refiero, la razón no tiene lugar, la inteligencia y los cinco sentidos son un estorbo. Los ojos no ven nada, los oídos no oyen nada.

Un sábado cualquiera, de un mes cualquiera, del año pasado, desperté con una inquietud, había soñado con una persona a la cual tenía varios meses de no ver. En el sueño hablamos por teléfono, la conversación no la recuerdo, era lo de menos. El punto es que salí de mi casa con una sola idea, ese día la iba a ver.

Eran las nueve de la mañana y salí a trabajar, fui a donde tenía que ir, hice lo que tenía que hacer, en fin, escenas de la parte de la historia que yo sí escribo, de regreso a mi casa veo un centro comercial, desde ese momento la pluma dejé de manejarla yo, el guión ahora decía: ve, entra, ahí la vas a encontrar, y aya fui.

Después de recorrerlo durante varios minutos quise recuperar la pluma, razonar, usar el cerebro -qué chingados haces aquí, estas parado en un punto del infinito y esperas encontrarla solo porque la soñaste? Estas enfermo.  Cuando me di cuenta ya lo había recorrido todo y quedaban solo dos puertas, la de la salida y la de Wall Mart.....

La puerta de la salida significaba el triunfo de lo lógico, de lo correcto, la otra puerta era la locura, pero también era la esperanza, era seguir apostando a que las casualidades no existen, a que hay otro lenguaje con el que escribe otra pluma, a que el corazón no miente. Pero había que decidir..... 

 
  

domingo, 8 de febrero de 2009

Los pajaros prohibidos


Los presos políticos uruguayos no pueden hablar sin permiso, silbar, sonreír, cantar, caminar rápido, ni saludar a otro preso. Tampoco pueden dibujar ni recibir dibujos de mujeres embarazadas, parejas, mariposas, estrellas ni pájaros.

Didoskó Pérez, maestro de escuela, torturado y preso "por tener ideas ideológicas", recibe un domingo la visita de su hija Milay, de cinco años. La hija le trae un dibujo de pájaros. Los censores se lo rompen a la entrada de la cárcel. Al domingo siguiente, Milay le trae un dibujo de árboles. Los árboles no están prohibidos y el dibujo pasa. Didoskó le elogia la obra y le pregunta por los circulitos de colores que aparecen en las copas de los árboles, muchos pequeños círculos entre las ramas: 

¿Son naranjas? ¿qué frutos son? 

La niña lo hace callar: 

Ssshhhhh 

Y en secreto le explica: 

Bobo ¿no ves que son los ojos? Los ojos de los pájaros que te traje a escondidas. 


Eduardo Galeano (1976) del libro "Días y noches de amor y de guerra". 


sábado, 7 de febrero de 2009

Un día de estos

abril de 1999


Estoy en proceso de desenamoramiento, por lo menos eso es lo que quiero pensar, o más bien, eso es lo que creo que quiero pensar, aunque estoy seguro de todo lo contrario.

Tal vez, sea solo cosa de paciencia. La paciencia siempre ha sido una de mis virtudes, quizá por que muchas veces no me ha quedado de otra, podría decir que ya es parte de mi instinto de supervivencia.

Aunque  parezca increíble, aún recuerdo cosas de cuando estaba muy chavito, tres, cuatro años a lo mucho. En uno de esos recuerdos, me veo vestido con una horrible camiseta amarilla, estampada  con un pinche gato y unos shorts del mismo color completando el ridículo disfraz. Aproveché que mi mama estaba sola acomodando ropa en un pequeño closet en el cuarto de mi abuelo para preguntarle ¿cuando volvería mi papá? Ella siguió doblando cada una de las prendas recién bajadas de los tendederos y me contestó sin agregar el más mínimo gesto “un día de estos”.

Quién me iba a decir que esa respuesta, tan solo sería parte de mi entrenamiento en esta infinita carrera de la espera, una carrera en la que el sudor sale por los ojos, una carrera en la que el final llegará un día de estos. 

Es por eso que mi olvido no tiene prisa, mientras que a  mí me urge. Normalmente, lo que más rapido queremos sacar de la memoria es lo que más trabajo cuesta. Son como las visitas en casa, las que más pronto quieres que se vayan, son las últimas en irse.

Y eso es su recuerdo, una visita incomoda, aunque tengo que admitir que la mayoría de las veces no es inesperada, yo la busco, la llamo, la refresco como flor que no me resigno a dejar que se marchite, pero no por eso deja de ser incomoda, cada día menos grata, dolorosa.

martes, 3 de febrero de 2009

Esperando

Hace unos días, leí un cuento del escritor español Javier Marías titulado "Cuando fui mortal",  más allá de recomendar ampliamente a este autor, retomo una pregunta que se hace el personaje central del relato y que no ha dejado de darme vueltas en la cabeza: Acaso no la mayor parte de nuestras vidas nos la pasamos esperando?


Esperamos el día siguiente, la hora de comer, una llamada, la luz verde , que nos quieran, 9 meses, que se enfríe, que anochezca, el dinero, ser feliz, una mirada, que se vaya, la oportunidad anhelada, el camión, el momento justo, la justicia,  que se seque,  que te olvide,  tu cumpleaños, el sí, esperamos irnos, regresar, despertar y hasta morirnos.

Una más, espero sus comentarios.

lunes, 2 de febrero de 2009

Nocedades

Nocedades; (.....) Quizá en un principio, la intención de este primer texto era tratar de definir el termino, sin embargo, he preferido dejar que este se explique solo, que al correr de los días y de las letras se pueda construir una idea o varias, de algo que se acerque a un significado.

Eso sí, podemos dar por descontado que se trate de un error de dedo y que sea un blog en homenaje al grupo español que hace años insistía en que los muchachos del barrio la llamaban loca y unos hombres vestidos de blanco le dijeron ven, no, eso era Mocedades.

Por lo pronto, será titulo de un espacio creado con la única pretensión de ejercitar el alma, de ser el jardín en donde saque a pasear a mis monstruos, a mis fantasmas, al dinosaurio que cada día que me despierto, sigue allí.