sábado, 7 de febrero de 2009

Un día de estos

abril de 1999


Estoy en proceso de desenamoramiento, por lo menos eso es lo que quiero pensar, o más bien, eso es lo que creo que quiero pensar, aunque estoy seguro de todo lo contrario.

Tal vez, sea solo cosa de paciencia. La paciencia siempre ha sido una de mis virtudes, quizá por que muchas veces no me ha quedado de otra, podría decir que ya es parte de mi instinto de supervivencia.

Aunque  parezca increíble, aún recuerdo cosas de cuando estaba muy chavito, tres, cuatro años a lo mucho. En uno de esos recuerdos, me veo vestido con una horrible camiseta amarilla, estampada  con un pinche gato y unos shorts del mismo color completando el ridículo disfraz. Aproveché que mi mama estaba sola acomodando ropa en un pequeño closet en el cuarto de mi abuelo para preguntarle ¿cuando volvería mi papá? Ella siguió doblando cada una de las prendas recién bajadas de los tendederos y me contestó sin agregar el más mínimo gesto “un día de estos”.

Quién me iba a decir que esa respuesta, tan solo sería parte de mi entrenamiento en esta infinita carrera de la espera, una carrera en la que el sudor sale por los ojos, una carrera en la que el final llegará un día de estos. 

Es por eso que mi olvido no tiene prisa, mientras que a  mí me urge. Normalmente, lo que más rapido queremos sacar de la memoria es lo que más trabajo cuesta. Son como las visitas en casa, las que más pronto quieres que se vayan, son las últimas en irse.

Y eso es su recuerdo, una visita incomoda, aunque tengo que admitir que la mayoría de las veces no es inesperada, yo la busco, la llamo, la refresco como flor que no me resigno a dejar que se marchite, pero no por eso deja de ser incomoda, cada día menos grata, dolorosa.

1 comentario:

  1. Querido heterónimo:

    No me he arrepentido de ser tu fiel seguidora y menos por lo que acabo de leer.

    (todo lo que dije en el msn es verdad)
    Atentamente
    Sophie

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