viernes, 13 de febrero de 2009

Primera parte.

De un tiempo para acá me he dado cuenta de que en la historia de nuestras vidas hay capítulos que nosotros no escribimos. Momentos de los cuales resulta inútil pretender tomar control de lo que pasa. Las cosas se dan solas, los acontecimientos ocurren de forma perfecta, sin una razón lógica aparente, simplemente suceden.

Tratar de entenderlo es aún mas inútil, porque para hacerlo habría que usar la cabeza, y en estos momentos a los que refiero, la razón no tiene lugar, la inteligencia y los cinco sentidos son un estorbo. Los ojos no ven nada, los oídos no oyen nada.

Un sábado cualquiera, de un mes cualquiera, del año pasado, desperté con una inquietud, había soñado con una persona a la cual tenía varios meses de no ver. En el sueño hablamos por teléfono, la conversación no la recuerdo, era lo de menos. El punto es que salí de mi casa con una sola idea, ese día la iba a ver.

Eran las nueve de la mañana y salí a trabajar, fui a donde tenía que ir, hice lo que tenía que hacer, en fin, escenas de la parte de la historia que yo sí escribo, de regreso a mi casa veo un centro comercial, desde ese momento la pluma dejé de manejarla yo, el guión ahora decía: ve, entra, ahí la vas a encontrar, y aya fui.

Después de recorrerlo durante varios minutos quise recuperar la pluma, razonar, usar el cerebro -qué chingados haces aquí, estas parado en un punto del infinito y esperas encontrarla solo porque la soñaste? Estas enfermo.  Cuando me di cuenta ya lo había recorrido todo y quedaban solo dos puertas, la de la salida y la de Wall Mart.....

La puerta de la salida significaba el triunfo de lo lógico, de lo correcto, la otra puerta era la locura, pero también era la esperanza, era seguir apostando a que las casualidades no existen, a que hay otro lenguaje con el que escribe otra pluma, a que el corazón no miente. Pero había que decidir..... 

 
  

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